domingo, 24 de abril de 2011

EL PERGAMINO SAGRADO



Creemos que estas verdades son evidentes…
Aunque muchas veces no lo son.

Somos, ante todo, criaturas del Universo;
Completas, bellas y perfectas en cada detalle,
siguiendo los deseos del infinito.
Así pues, nos merecemos por derecho natural
ser amados y respetados, y es nuestro deber no
aceptar nada más.

Así como todo el océano puede verse en  una
gota de agua, también nosotros somos la
esencia de la vida. Al igual que la marea
sube y baja, también nosotros nos movemos
con el flujo de la vida, aceptando que la
única constante es el cambio y que todo es
como tiene que ser, aunque muchas veces
no sepamos por qué.

En los brazos de la debilidad está la fuerza,
ansiosa de poder salir. En las garras del
dolor, el placer que espera su momento. Y
en un camino lleno de obstáculos, la oportunidad
que se presenta con ellos. Esto es lo que nos
brindan estos maestros en nuestras vidas y
debemos estarles eternamente agradecidos.

Formamos parte de un gran plan
que no depende de nosotros.
Todos tenemos un lugar reservado
en este gran proyecto
y una razón para existir.

La experiencia no es siempre la verdad, pues
aparece coloreada por los ojos de quien la ve.
Sólo en el silencio de nuestra mente podremos
oir la verdad. La dulce voz que le habla a
nuestro corazón igual que un susurro, es la
voz del Creador que despierta dentro de
nosotros para que seamos conscientes de lo
que somos en realidad, de lo que se espera
que hagamos y de todo lo que ya sabemos.

Cada momento nuevo es un banquete de
infinitas posibilidades. Cada día es una
exquisita fruta que espera ser escogida.
Una y otra vez, debemos recoger la cosecha,
comer hasta saciarnos sin derrochar, pues
muy preciado es lo que tenemos ante nosotros,
y todo lo que es, muy pronto será pasado.

Cuando caminamos por el camino de
la Verdad, sentimos cómo fluye dentro
de nosotros la belleza y la perfección de todo
lo que somos, de lo que son los demás y
del universo. Hemos elegido el camino de
la ternura, de la amabilidad, de la compasión,
de la aceptación y del aprecio. Nuestra
mente se llena con todas estas cosas y tal
plenitud crea amor en nuestro corazón que,
a su vez, trae el amor a nuestra vida.

Cuando seguimos por el camino de la
Verdad somos conscientes también de que
lo que ocurre en nuestro interior es mucho
más importante que lo que hemos dejado
atrás o lo que ven nuestros ojos. Pues lo
que sentimos en nuestro interior es nuestro
mayor tesoro, la grandeza del universo
en sí mismo.

La princesa que creía en los cuentos de hadas.

El verdadero Amor no es más que
el deseo inevitable de ayudar a otro
a que sea quien de verdad es.

Antoine de Saint Exupéry

María de Tena Ávila
Maestra y terapeuta en Reiki
Tfno. 625 17 86 82

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